ENGAÑOS ACEPTADOS
Vivimos en la era de la información, nos dicen. Con tono solemne y la frente bien alta. Pero nadie advirtió que también es la era de la confusión elevada al cubo, del algoritmo que grita más fuerte que la evidencia, y del gurú de Instagram que le gana la batalla al biólogo molecular. Porque sí: tenemos acceso a más datos que nunca... pero pareciera que elegimos lo que suena bonito, no lo que es verdad.
📍Ejemplo: dolor de cabeza.
Podrías buscar una fuente médica seria. Una clínica, un neurólogo, una guía basada en evidencia. Pero no: aparece un post en Facebook, escrito por alguien con nombre de usuario tipo @sanador_ancestral88, que te recomienda ponerte una cebolla en la frente. ¿La fuente? “Confía en mí, bro”. Y uno... confía.
Las pseudociencias son unas maestras del disfraz. No te dicen: “esto es mágico y ya”, porque eso suena a truco barato. No, no. Te sueltan frases con peso académico: energía cuántica, vibraciones astrales, memoria del agua. Todo muy serio, muy técnico, muy de laboratorio de Hogwarts. Pero si rascás un poquito la superficie… te das cuenta de que hay más evidencia en un panfleto de supermercado.
Tomemos a la homeopatía, por ejemplo. Su tesis principal: cuanto más diluida está una sustancia, más potente es. Bajo esa lógica, un jugo con más agua debería tener más sabor. Spoiler: no lo tiene. Es agua. Con color. Y con suerte, un toque de limón.
🔮 ¿Por qué entonces tanta gente cae rendida ante estas promesas?
Porque son dulces, rápidas, y te hacen sentir especial. Leés tu horóscopo y te dice: “enfrentarás desafíos, pero triunfarás”. Y uno se emociona: ¡me describe perfecto!. Claro, también le calza a tu ex, a tu vecino y al tipo que te cortó el pelo el mes pasado. Es lo que los psicólogos llaman el Efecto Forer: la ilusión de que un mensaje vago es un retrato íntimo de tu alma.
Y los videntes... ah, los videntes. “Siento que alguien importante ya no está en tu vida”. Felicitaciones: acabás de describir al 97% de la población. ¿Esa ex que me rompió el corazón? Sí, ya no está. Y también la tengo bloqueada. Sherlock, podés volver a Baker Street.
⚖️ La ciencia, mientras tanto, te dice: “necesitamos tiempo, pruebas, paciencia, rigor”.
Pero eso no vende. No da likes. No te promete que el cuarzo rosa que acabás de comprar en un mercadito artesanal va a alinearte los chakras y resolver tus traumas infantiles en tres días.
Un nutricionista te habla de balance, de hábitos, de procesos lentos. Un influencer te ofrece un “batido detox” que te hace perder cinco kilos en 48 horas. De agua. Y de dignidad.
El precio de las respuestas fáciles
Lo incómodo de todo esto es que, muchas veces, no se trata de ignorancia, sino de esperanza. La gente no cree en pseudociencias porque sea tonta; cree porque necesita creer. En un mundo caótico, incierto y muchas veces cruel, cualquier promesa de orden suena como una bendición.
Pero cuidado. Cambiar ciencia por superstición no es un acto inofensivo. Es jugar a la ruleta rusa con nuestra salud, con nuestra vida, con el bienestar colectivo. Y si no te lo creés, preguntale a las vacunas, que todavía están luchando por su prestigio frente a videos de YouTube con música dramática.
En Somos Terrenales, no creemos en energías cósmicas ni en vibraciones místicas. Creemos en esa realidad que a veces incomoda, pero salva. En esa ciencia que no hace promesas vacías, pero te cura de verdad. Y sobre todo, creemos que vivir con los pies en la tierra —y no con una cebolla en la frente— es la forma más honesta de enfrentar este mundo raro, brillante y contradictorio que habitamos.